Este neurotransmisor desciende al amanecer y aumenta al atardecer, por lo que induce al sueño. También regula el apetito mediante la saciedad, equilibra el deseo sexual, controla la temperatura corporal, la actividad motora y las funciones perceptivas y cognitivas y actúa como reloj interno. Además, interviene en la función de otros neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, relacionados con la angustia, la ansiedad, el miedo, la agresividad y los problemas alimenticios.
Hay muchas formas de aumentar la serotonina: hacer cosas nuevas, emprender nuevos proyectos, viajar, hacer ejercicio, la vida al aire libre, pasear, bailar o practicar técnicas de relajación son algunos ejemplos. Pero también se puede aumentar a través de la dieta. El triptófano es un aminoácido precursor de la serotonina que se obtiene por la alimentación. Las pastas, el arroz, los cereales, la leche, los huevos, la soja, el pollo, el pavo, el queso o el plátano son ricos en triptófano.